Así se salvó el Museo del Prado. Alberto Porlan recrea con imágenes el
rescate del tesoro artístico durante la Guerra Civil
La Vanguardia - LLUÍS BONET MOJICA - 10/11/2004
Un camión militar se dispone a partir, en plena
Guerra Civil, desde el Museo del Prado hasta Valencia, con valiosas
obras artísticas
Durante la Guerra Civil, el gobierno de la República creó la Junta de
Defensa del Tesoro Artístico, con el objetivo de preservar las valiosas
obras del Museo Prado. Esto es lo que cuenta Las cajas españolas,
documental de Alberto Porlan que se estrena este viernes. Relata la
escasamente conocida historia del salvamento durante la Guerra Civil de
este tesoro artístico, acumulado por los reyes españoles a lo largo de
la historia. Una sucesión de azares, heroicidades y arrojo personal
evitaron la destrucción o el robo de un patrimonio de valor
incalculable. El propio Manuel Azaña proclamó: "La salvación del tesoro
es más importante que la propia República. Podrá haber más repúblicas,
pero no habrá más tesoros si se destruye éste".
UN "FALSO" DOCUMENTAL. En Las cajas españolas, Alberto Porlan afronta el desafío de filmar un falso documental,
combinando imágenes verdaderas con otras recreadas. A fin de crear una
continuidad en la historia que termina por confundir al espectador,
incapaz de distinguir entre realidad y ficción. "Hemos hecho -afirma
Porlan- un documental de 1939, pero con toda la información de que se
dispone actualmente. Éste era el reto. Yo quería una cámara que hubiera
seguido todo el proceso, del primero al último día. Quería utilizar ese
material para montar la película que hubiera hecho un documentalista de
la época. En Las cajas españolas es auténtica la parte que
procede del material de archivo. Tú dispones de las imágenes de archivo
existentes, pero te faltan cromos para completar la colección. Tienes 25
para un álbum de 220. Hay que rellenar esos huecos, con todos los
medios actuales del cine digital".
DEL PRADO A LAS TORRES GEMELAS. El
largo asedio sobre Madrid y la caída -¿por error?- de nueve bombas
incendiarias arrojadas por la Legión Cóndor sobre el Museo del Prado
encendieron la luz de alarma. Algunos lienzos despojados de sus marcos
se guardaron en la cámara acorazada del Banco de España. Al cabo de unos
días se descubrió la existencia de aguas subterráneas que habían dañado
los cuadros, los cuales fueron cuidadosamente restaurados. En noviembre
de 1936, cuando las tropas franquistas llegaron hasta las puertas de
Madrid, el gobierno decidió trasladarse a Valencia. Se tomó la
resolución de que el Tesoro Nacional debía acompañar al gobierno. En las
Torres Gemelas de Serranos, en Valencia, se procedió a una laboriosa
instalación que salvaguardaba los tesoros artísticos allí depositados.
TIRANDO DEL HILO DE LA HISTORIA. Porlan
admite que tirar del hilo de esta historia ha resultado muy laborioso.
"Yo llegué a conocer, siendo muy joven, a Timoteo Pérez Rubio, pintor
extremeño que presidió hasta el final la Junta de Defensa del Tesoro
Artístico. Estaba casado con la escritora Rosa Chacel. Regresó una sola
vez a España, en 1974. Era un tipo extraordinario. Quedé literalmente
fascinado ante aquel caballero republicano, amable, sabio y sin una gota
de rencor".
TESORO EN PERPETUO TRÁNSITO. Cuando el
gobierno republicano se vio obligado a abandonar Valencia, las
históricas piezas estuvieron repartidas entre el castillo de Peralada,
el de Figueres y una masía en las inmediaciones de la frontera. En plena
noche se requisaron camiones para llevar el precioso cargamento hasta
Perpiñán. El 12 de marzo de 1939, un tren especial transportaba las
cajas españolas hasta Ginebra, siendo depositadas en los sótanos del
palacio de la Sociedad de Naciones. Cuando Suiza y otras naciones
reconocieron al gobierno de Franco, la Junta de Defensa del Tesoro
Artístico, presidida por Timoteo Pérez Rubio, carecía de legalidad. Pero
antes de entregar las cajas, exigieron un inventario. Se demostró que
no faltaba nada.
EL DOBLE AGENTE SERT. Mientras, la
propaganda franquista adjudicaba al Caudillo todo el mérito de la
recuperación de aquel enorme tesoro que había sido "robado por los
rojos". Pérez Rubio, su esposa Rosa Chacel y otros compañeros rechazaron
la posibilidad de firmar un documento de adhesión a Franco y regresar a
Madrid, para trabajar en la conservación de las obras. Optaron por el
exilio. También se vio desautorizado el propio Josep Maria Sert,
muralista de renombre internacional, que había intervenido como doble
agente para Franco, en el intento de recuperar todo aquel patrimonio.
"Sert tenía sus mejores contactos en Estados Unidos -indica Porlan- y
pienso que debía ser masón, algo que el gobierno de Franco debió saber".
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